"La voz a ti debida. Razón de amor. Largo lamento".
- werthercal
- 9 dic 2016
- 2 Min. de lectura
¡Muy buenas!
Retomo la actividad del blog para tocar, en esta ocasión, uno de los géneros que me faltan: la poesía (toda vez que ya he referido títulos de narrativa y teatro). Estrenamos esta sección con una maravilla, un "tres en uno" (luego explicaré esto): "La voz a ti debida. Razón de amor. Largo lamento" de Pedro Salinas.
El amor es uno de los temas universales en cualquier tipo de manifestación artística, desarrollado a lo largo de siglos y siglos por innumerables artistas y en muy diferentes ámbitos: pintura, escultura, cinematografía, narrativa, poesía, teatro... En la literatura española encontramos el nacimiento de la poesía en el influjo trovadoresco (siglos XII-XIV) venido de Francia: aquí ya se pone la primera piedra de la tradición lírica amorosa, con el tema del amor cortés. A lo largo de las posteriores centurias se desarrollará este tema de muy diversas formas y en muy distintas métricas, en paralelo a la evolución temporal que vive el país.
En el siglo XX, y dentro de esta temática amorosa, sobresale (entre otras) la obra de Pedro Salinas (1891-1951), uno de los grandes poetas de la Generación del 27 (aunque, vista la calidad de los miembros que la componían, cualquiera de ellos podía tener esa misma condición): "La voz a ti debida" (título que toma de un verso de Garcilaso de la Vega, escrito en su Égloga III), "Razón de amor" y "Largo lamento". Si bien estos libros se publicaron por separado fue el propio Salinas quien, a sugerencia de su amigo Jorge Guillén, decidió reunirlos posteriormente, para formar una trilogía que vendría a ser un larguísimo poema amoroso que describiera los distintos procesos de una historia de amor: desde la felicidad y plenitud del encuentro con la amada ("La voz a ti debida"), pasando por la ruptura ("Razón de amor") y las dolorosas consecuencias de un reencuentro imposible con el amor perdido ("Largo lamento").
La obra (con influencias tan dispares como Petrarca, Bécquer o, incluso, Machado) está llena de un acentuado y delicado lirismo y posee una hondura maravillosa que cala, de forma muy penetrante, en el corazón del lector. Así que la recomiendo a todos aquellos que se sienten o se han sentido enamorados y quieran ver sus sentimientos reflejados en una cuartilla de papel.

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